Sede Canónica

La parroquia de San Vicente Mártir de Sevilla se halla ubicada entre la plaza de doña Teresa Enríquez y las calles Miguel Cid, Cardenal Cisneros y San Vicente, en el aristocrático y a la vez popular barrio del mismo nombre.

San Vicente (siglo III) fue diácono del obispo Valerio de Tarragona y siempre fue un ardoroso defensor de la fe cristiana. Detenidos, ambos fueron conducidos ante el pretor Daciano. Mientras el obispo fue desterrado, San Vicente fue sometido a diversos tormentos para hacerle abjurar de su fe. Entre ellos sufrió el martirio en el potro, posteriormente atado al ecúleo o cruz aspada donde sus miembros fueron esgarrados con rastrillos de hierro. Después fue quemado sobre una parrilla. De todos salió con vida. Entonces fue encarcelado para hacerle morir de hambre. En la celda se transfiguró y los carceleros, al ver el prodigio, se convirtieron. Pensando las autoridades que estaban vencidas, quisieron congraciarse con él y le colocaron en un blando lecho, pero el santo murió. Después de muerto, su cuerpo padeció varias afrentas, como ser arrojado a un muladar, para que lo devorasen las alimañas, pero allí fue defendido por un cuervo. Luego le ataron una piedra de molino al cuello y lo arrojaron al mar; pero flotó y las olas lo devolvieron a la playa, siendo su cuerpo recogido por cristianos y recibiendo por fin cristiana sepultura. Desde entonces es venerado como Mártir.

Por lo que respecta a la sevillana iglesia parroquial de San Vicente sus orígenes son remotos, pues hay autores que afirman que fue una Basílica visigoda. Se dice fundada por el arzobispo Evidio, tercer prelado hispalense, que la dedicó al santo valenciano Vicente Mártir. Poseía parte de las reliquias del Santo Diácono. Entre los hechos legendarios que acontecieron en este primitivo templo, cabe señalar dos: El primero es que su recinto fue el escogido por el Santo Arzobispo Isidoro para morir en el año 636. Como recuerdo de esto, existe en la Sacristía una pequeña y preciosa capilla llamada del Tránsito de San Isidoro. El segundo aconteció cuando el rey vándalo Gunderico quiso apropiarse de los tesoros del templo, entrando a caballo para saquearlo. Pero a la entrada fue atormentado y muerto por un demonio, como castigo a su gesto profanatorio. De ambos acontecimientos hay recuerdos tanto en la fachada (lápida en castellano antiguo) como en el interior (pinturas en el presbiterio) del templo. La erección de la actual iglesia parroquial de San Vicente hay que buscarla en el siglo XIV, formando parte del arrabal de los Humeros.

 

ARQUITECTURA EXTERIOR E INTERIOR

Los caracteres arquitectónicos del templo actual definen una construcción de la primera mitad del siglo XIV. Aunque hay que afirmar que la parroquia de San Vicente se crea por San Fernando tras la Reconquista de la ciudad. La iglesia se construyó en estilo gótico-mudéjar, y ha sufrido dos grandes restauraciones, una en el siglo XVIII (tras el terremoto de Lisboa, de 1755) en la que se repararon la torre que había sufrido daños y la zona de los pies donde se cegó la puerta principal de San Vicente, y se construyó la Capilla Sacramental; y otra en el siglo XIX (1884-85) en la que se añadieron las dos capillas neogóticas de la zona de los pies y la decoración de cardina de los pilares, suprimidas en la última restauración finalizada ahora hace unos años. De la etapa medieval del templo se conserva la estructura general, así como los pilares que sujetan arcos apuntados, y también la capilla de las Siete Palabras. Asimismo las cubiertas del templo, pero reformadas en el siglo XVIII.

En el exterior hay que destacar el acceso habitual al templo, por la nave de la Epístola (c/Cardenal Cisneros). La portada de esta zona fue construida en 1559, en un marcado estilo clasicista. Se sostiene por medio de unas pilastras acanaladas con capiteles jónicos, que sujetan un dintel en donde aparece la inscripción: "Domus Dei et Porta Coeli" (Casa de Dios y Puerta del Cielo). Se remata por medio de un frontón, en cuyo tímpano hay un hermoso relieve con la figura del Padre Eterno. Todo el conjunto se encuentra culminado por tres jarrones. A un lado de la puerta hay una lápida alusiva a la Muerte de San Isidoro y a la profanación de Gunderico; y al otro, un hermoso retablo cerámico de N. P. Jesús de las Penas, que fue realizado por Manuel García Montalbán en 1927, por encargo de la Junta de Gobierno de su Hermandad. Se halla bajo un bonito tejaroz de forja rematado por una cruz e iluminado por dos farolitos.

En la fachada del templo del lado del Evangelio (Plaza de Teresa Enríquez), se halla la ventana correspondiente a la Capilla Sacramental del templo, ricamente decorada y rematada con una Custodia en su parte superior, y una sencilla portada de ladrillo visto con arco de medio punto. En la zona de los pies del templo (c/ San Vicente) se encuentra la puerta principal de la Parroquia constituida por una portada gótica, con arquivoltas apuntadas, felizmente recuperada. En su parte superior está rematada por tres sencillos óculos. En esta misma zona del templo se dispone la torre, que es de gran sencillez. Tiene dos cuerpos con ventanas en el primero y con arcos de medio punto en el segundo. Se remata por medio de un sencillo chapitel ochavado, cubierto por cerámica, con jarrones en los lados del mismo material y sobre él una Veleta con el Cuervo, símbolo parlante de San Vicente. Asimismo aquí se halla el exterior de la Capilla Sacramental. Su exterior es barroco, con un marcado juego de volúmenes. Presenta pilastras toscanas con una cornisa muy acodada. Sobre ella se disponen los cuerpos superiores, que tienen una finalidad más decorativa que constructiva. Se organizan por medio de una serie de columnas exentas de orden jónico, que sostienen una gran cornisa, decorada con grandes ménsulas. Todo ello se remata por medio de una elegante balaustrada en parte ciega. El ábside, poligonal al exterior, conserva todavía restos primitivos (ventanales, contrafuertes). En el interior del templo hay que destacar que tiene una planta basilical de tres naves, divididas en cuatro tramos, con presbiterio amplio y puerta principal a los pies. Se sostiene por medio de pilares sobre los que apean arcos apuntados. La cubrición se realiza por artesa de madera en la nave central, sujetada por tirantes, mientras que en las laterales son de colgadizo. El presbiterio se separa del resto de la fábrica por medio de un gran arco triunfal y se forma por medio de dos tramos, cubierto con bóveda de crucería.

 

RETABLO MAYOR Y PRESBITERIO

Es obra de Cristóbal de Guadix (1690-1706). Consta de banco o predela, un gran cuerpo central, dividido en tres calles, y ático. Se sostiene por medio de grandes columnas salomónicas. En la calle central se superponen el Sagrario, un templete a modo de ciborio o baldaquino, que cobija la escultura de San Vicente, obra del taller de Roldán, y el manifestador, que guarda actualmente una pequeña imagen de la

Inmaculada, de finales del XVII. Se remata por medio de un Calvario. El Cristo es de Roque Balduque y Juan de Giralte, tallado a mediados del siglo XVI, mientras que la Virgen y San Juan son de 1704, del taller de Roldán. En las calles laterales se disponen relieves con escenas de la vida del Santo titular: la Muerte de San Vicente en la cama y el Martirio en la parrilla en el lado de la Epístola y el Santo en el ecúleo (cruz espada o de San Andrés) y ante Daciano en el del Evangelio. En la parte superior se hallan esculturas de San Isidoro y San Leandro.

En el lado del Evangelio del Presbiterio hay dos grandes cuadros en forma de lunetos, con las escenas de la Muerte de San Isidoro y el Castigo de Gunderico, obras de 1753 de Joaquín y Juan Cano. En los laterales del Presbiterio hay también dos ángeles lampadarios, realizados en 1747 por Marcelino Roldán Serrallonga. En los muros laterales del Presbiterio se ha colocado asimismo, en la restauración del año 2001, la sillería del coro, realizada en madera, con diversos relieves con cabezas de Santos, y que fue tallada por Luis de Vilches (1736-39).

Es de buena factura, dentro de su sencillez. Algunas piezas de ella se han reaprovechado para construir los nuevos Altar y Ambón de la Parroquia de San Vicente. Antes de la restauración, la sillería se hallaba situada a los pies de la nave central, sobre el muro que cegaba la puerta de la calle San Vicente, originariamente en el penúltimo tramo.

 

CAPILLA DE LA HERMANDAD DE LAS PENAS

La Capilla de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de los Dolores se halla en la cabecera de la nave de la Epístola. Se cierra por medio de magnífica reja del siglo XVII. La Capilla se construyó en el siglo XVI (1584) y consta de dos tramos, cubierto el primero por una pequeña cúpula elíptica con linterna y el segundo por una cúpula semiesférica que apean sobre pechinas. Un arco toral separa los dos tramos y de él cuelgan unos ángeles lampadarios (siglo XVIII). Este recinto en la antigüedad estaba subdividido realmente en dos capillas; una al fondo, con entrada por el Altar Mayor, donde se veneraba la Virgen del Rosario. Cuando le fue cedida a la Hermandad figuraba en ella el Señor de la Divina Misericordia, ya que dicha Virgen pasó a presidir la Capilla Sacramental en el siglo XIX (1885); otra, delantera, en la que en un altar se veneraba una pequeña imagen de la Inmaculada, ahora en el Retablo Mayor. Anteriormente, en esta primera capilla estuvo colocado el relieve del Descendimiento.

La Capilla le fue concedida a la Hermandad en 1946 y fue restaurada bajo la supervisión del arquitecto José Granados, y posteriormente por los hermanos Arrieta Viñals en 2001. Sus paredes están recubiertas por un bello zócalo de azulejos, realizado por Hernando de Valladares (1602). Figuran en él escudos de los Ponce de León, patronos de la Capilla, y su tipología es similar a otros paños de azulejos que se encuentran en el Alcázar y en diversas iglesias sevillanas.

El retablo de la Capilla es de estilo Barroco, dorado, del siglo XVIII, como lo delatan sus estípites. Se desconoce de donde procede, ya que aparece cortado y adaptado a las dimensiones del lugar que ocupa. Fue recompuesto en 1785. Tiene dos cuerpos, divididos en tres calles. En el ático aparece un tondo con el Crucificado, Cristo en la Cruz; mientras que en las calles laterales hay diferentes lienzos con temas marianos: Desposorios con San José, Nacimiento de Jesús, Anunciación y Presentación en el Templo. Obras de escuela sevillana, coetáneas del retablo.

En el año 1996 y durante la restauración de la parroquia fueron sustraídas dos de ellas (El Nacimiento y La Anunciación) que han sido sustituidas tras la reapertura de la misma por dos lienzos representando a San Isidoro y San Juan Bautista, obras del pintor contemporáneo R. Navas. La calle central, que se adelanta respecto a las otras, está presidida por un camarín en el que se veneró hasta el cierre de la parroquia en 1994, la imagen de María Santísima de los Dolores, pues la de Nuestro Padre Jesús de la Penas no cabía en el mismo. Encima, a considerable altura, pues el segundo cuerpo de la calle es superior al de las laterales, se enmarca un lienzo pictórico representando a Cristo Crucificado, con sudario de amplio movimiento. Remata el cuerpo, encima de la cornisa, el anagrama de María, orlado de resplandores en dorado y dos grandes jarras de flores sobre molduras que arrancan del segundo cuerpo. Las calles laterales rematan también en jarras.

Tras la restauración de 2001, se ha cerrado el camarín y se ha situado delante del Retablo, en un pedestal de mármol la imagen de Nuestro Padre Jesús de las Penas, colocándose la Virgen de los Dolores, en otro pedestal marmóreo, en el lado de la Epístola de la Capilla, en el lugar que antaño y hasta 1994 ocupara el Señor de las Penas, y en el lado del Evangelio, frontero a Ella la nueva talla de San Juan Evangelista, en similar disposición, ambos enmarcados por unos arcos dorados y forrados de terciopelo granate.


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