Como parte de la Iglesia que somos y con la intención de incrementar los lazos con la Parroquia, continuamos con la asistencia a la celebración comunitaria de la santa misa dominical el próximo domingo 29, a las 12:00 de la mañana, en la Parroquia de San Vicente.
Invitamos a la asistencia de hermanos, con familiares y amigos, a compartir la celebración con la comunidad parroquial a la que pertenecemos.
Finalizado el curso 2013-2014, y con la tranquilidad que da la perspectiva de la Semana Santa ya concluida, publicamos la meditación realizada por la Hermandad de las Penas al paso de la Cofradía por la Catedral de Sevilla, escrita y realizada por NHD. Manuel Molina Cano, al que desde aqui agradecemos una vez más su colaboración y ayuda al recogimiento y encuentro del verdadero sentido de la Estación de Penitencia.
MEDITACIÓN EN LA CATEDRAL 2014
+ En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Como cada Lunes Santo, tras los pasos de nuestra querida Hermandad de la Vera Cruz y en cumplimiento de lo que está preceptuado en nuestras Reglas, llega al culmen de su Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral la Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de los Dolores, establecida canónicamente en la parroquia de San Vicente, a la que llegó tras haber sido fundada en el antiguo convento del Carmen en el año 1875, y que da culto a las Imágenes de Jesús de las Penas, el Nazareno de la más amorosa mirada que imaginarse pueda ser alguno y que se muestra postrado en el suelo, caído bajo el peso de la cruz forjada por nuestros pecados, por el peso de nuestra soberbia. Una caída de la que como en cada una de las Tres que sufrió nuestro Señor Jesucristo camino hacia el Calvario habrá de levantarse para darnos una lección inapelable, la de que frente a nuestra arrogancia destructiva nada hay nada mejor que la humildad para poder levantarse las veces que haga falta.
Es la de Nuestro Señor de las Penas una imagen de autor desconocido aunque se atribuye a algún miembro del taller o círculo del escultor sevillano Pedro Roldán, en el siglo XVII, y que como decía antes recibía culto desde hacía tiempo en el antiguo convento sevillano o Casa Grande del Carmen, donde finalmente se fundaría nuestra Hermandad.
Por lo que se refiere a María Santísima de los Dolores, de esos Dolores que nos recuerdan los siete que nuestra Madre del Cielo habría de sufrir por su ejemplar obediencia a Dios en su divino designio, es una imagen erguida y de vestir, también de autor desconocido, pero atribuida por su tipología y características al círculo napolitano del siglo XVIII.
Tras su fundación, nuestra Hermandad de las Penas salió procesionalmente durante los años 1878 y 1879 en la tarde/noche del Domingo de Ramos. Al año siguiente, sin embargo lo hizo el Lunes Santo aunque por el siemple hecho de haber llovido el día anterior; en 1881 salió el Martes Santo y en 1882 de nuevo volvió a su primitivo díadel Domingo de Ramos, llevando a cabo la salida primero desde el convento de Santa María la Real y posteriormente desde la iglesia parroquial de San Vicente Mártir, donde se encuentra canónicamente establecida a día de hoy.
Fue durante un forzoso traslado a la iglesia de “los Viejos”, en la sevillana calle Amparo, obligado por obras que se hacían en su templo, lo que trajo a nuestra Hermandad un periodo de languidez y decadencia que prácticamente la llevó a la desaparición hasta que en 1923 un grupo de devotos, encabezados por Domingo Bellido Vázquez, trabajó con esfuerzo y entusiasmo hasta lograr su reorganización.
Este año venimos otra vez desde la iglesia parroquial de San Vicente Mártir, un templo gótico-mudéjar de los siglos XIV y XV, ampliado en el XVII y restaurado en los siglos XIX y XX, con un magnífico retablo mayor obra de Cristóbal Guadix en el siglo XVII. Y venimos ahora desde ella después de haber vuelto felizmente tras una breve salida en 1950 a la cercana capilla de la Hermandad del Museo y una más larga y reciente a la iglesia parroquial de San Isidoro, donde estuvimos radicados durante ocho años.
Desde allí vienen estos silentes nazarenos y cofrades de Nuestro Padre Jesús de las Penas que enfundados en sus negras túnicas de ruán han respondido como cada Lunes Santo a esa llamada de Cristo de toma tu cruz y sígueme, aunque sólo algunos lo hayan hecho con cruces, mientras otros han optado por los cirios para alumbrarles el camino y hacerlo más llevadero, o con varas e insignias, con ciriales, incendiarios, por darles el culto que por su condición divina les corresponde y otros, por fin, cargando sobre sus hombros amorosos el peso de unas imágenes que por ser de quien son parece que no pesan desde las trabajaderas.
Caminan Señor, y desde su silencio te piden fortaleza para vencer las tentaciones como tú supiste vencer las que te ofrecía un diablo ventajista que quería aprovechar el debilitamiento que habría sufrido tu cuerpo tras ayunar cuarenta días y cuarenta noches en el desierto.Otras veces te encuentran transfigurado sobre aquella alta montaña a la que llevaste contigo a Pedro, Santiago y Juan para que pudieran conocer tu verdadera Gloria y escuchar cómo eras su Hijo, su amado, su predilecto.
Recuerdan también a aquella mujer samaritana a la que Jesús le prometió un agua que le quitaría la sed para toda la vida al convertirse en surtidor de agua “que salta a la vida eterna”, o al ciego, al que Jesús untó los ojos con barro para devolverle la vista y, sobre todo, la fe que le llevó a decir “Creo, Señor, en ti”.
Y finalmente la resurrección de Lázaro, que para estos cofrades llenos de fe no significa sino la resurrección de todo el género humano, la evidencia de quese cumplirá la promesa, de que quien cree en Él no morirá para siempre.
Son las grandes verdades contenidas en el Evangelio a través de toda la Cuaresma y que ahora ellos meditan mientras continúan su lento caminar para traer a su Jesús de las Penas hasta esta Santa Iglesia Catedral y en las que seguirán meditando hasta su regreso a San Vicente.
Traemos en nuestras intenciones, salidas desde lo más profundo de nuestro corazón, al Papa Francisco, cuya sencillez y humildad tan prontamente nos llegó al alma a todos los cristianos, y para el que los cofrades sevillanos pedimos que Dios le dé el corazón, el estilo y las formas del propio Jesucristo, el Buen Pastor, que no vino al mundo a ser servido, sino a servir, y que llevó al máximo su amor por todos nosotros en su Sublime y Definitiva Entrega para, con su muerte, rescatarnos a todos de ella y conducirnos a la Morada Eterna de su gloria.
Traemos también el propósito de que la Hermandad y todos y cada uno de sus actos se conviertan de verdad en nuevos caminos de Evangelización para la Iglesia, a través de los cuales sepamos llevar el anuncio y la alegría del Evangelio al hombre de hoy.
Pero traemos después preocupaciones, porque no sabemos a veces cómo responder a los ataques de quienes reclaman a gritos sus derechos pero poco les importa respetar los de los demás. Empezaron por retirar de las clases de los colegios y otros lugares el crucifijo, porque se podían considerar ofendidos algunos alumnos y como paso previo a la desaparición de todos los símbolos religiosos de los colegios concertados.
En nuestra humildad cristiana, aceptamos la situación, que no ha sido revertida ni cuando el Congreso ha tenido una composición distinta. Pero lo malo es que, crecidos con nuestro silencio, ahora reclaman que la iglesia renuncie a la propiedad de sus templos, seguramente para reconvertirlos en centros cívicos dedicados a quién sabe qué tipo de actividades.
Por eso le pedimos a Dios que vengan sobre nuestro Santo Padre la Luz y la Fuerza del Espíritu Santo para que busque y encuentre, con todos y cada uno de sus actos de gobierno y pastoreo, la necesaria renovación y cooperación de la iglesia, para que nos conduzca a todos por el camino del Evangelio y de la santidad verdadera y para que encuentre siempre en todos nosotros un pueblo dispuesto a buscar y seguir la luz de la Palabra.
Las Hermandades sevillanas queremos ser y de hecho somos, como decía Su Santidad hace un año, una realidad tradicional en la Iglesia, una realidad que, como la misma Iglesia, ha vivido en los últimos tiempos una renovación y un redescubrimiento importantes.
La fe cristiana está centrada, ineludiblemente, en la relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Porque sólo quien ama al Señor Jesús, acoge a un mismo tiempo a Él y al Padre. Y gracias al Espíritu Santo acoge también en su corazón y en su propia vida el Evangelio. Por eso, en el centro de nuestros corazones está el amar a Dios, ser discípulos de Cristo y vivir el Evangelio.
Y por eso, mientras caminamos en la compañía de Nuestro Padre Jesús de las Penas, nos sentimos henchidos de orgullo al recordar a este Papa con el que Dios ha querido bendecir de nuevo al mundo y que decía también que la piedad popular, de la que las Hermandades somos una manifestación importante, es un tesoro que tiene la Iglesia, y que los obispos latinoamericanos han definido de manera significativa como una espiritualidad, una mística, que es un verdadero “espacio de encuentro con Jesucristo”, por lo que nos animaba a acudir siempre a Cristo, fuente inagotable, y reforzar nuestra fe, porque a lo largo de los siglos las Hermandades han sido fragua de santidad de muchos cofrades que han vivido con sencillez una relación intensa con el Señor.
El nuestro, pese a los que no nos entiendan, ha de ser un camino decidido hacia la santidad; porque en el seno de nuestras Hermandades podemos aprender a no conformarnos con una vida cristiana mediocre, sino que nuestra pertenencia e ellas ha de ser, ante todo, un estímulo para amar más y más a Jesucristo.
Y para amar más a Jesucristo, como Él mismo nos pidió, debemos amarnos unos a otros como Él nos amó, debemos reconocernos siempre en nuestro prójimo, por más distinto que parezca a nosotros mismos, aunque incluso su color de piel se diferente, o está en la indigencia, o postrado en el lecho del dolor. Ese tan distinto, tan diferente, ta cambiante, tan desigual, es más que na die nuestro prójimo. Ese es el que Dios quiere que amemos como a nosotros mismos, o mejor aún, como Él nos amó.
Esta piedad popular que vivimos a través de nuestras Hermandades, es una senda que lleva a lo esencial si se vive en la Iglesia, en comunión profunda con nuestros Pastores, haciéndonos presencia activa en la comunidad, células vivas de Ella, piedras vivas en su seno durante todo el año.
Desarrollamos una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirnos parte de la Iglesia. Vestidos tan distintos, llevando una variedad inmensa de color en nuestras túnicas, los cofrades de Sevilla somos más que nunca como la misma Iglesia: una gran riqueza y variedad de expresiones en las que todo se encamina a la unidad, una gran diversidad que nos lleva a una unidad fervientemente deseada, a la unidad que está en el encuentro con Cristo.
Tenemos una misión específica e importante, la de mantener viva la relación entre la fe y las raíces de los pueblos a los que pertenecemos. Cuando acompañamos a Nuestro Señor de las Penas con tanta veneración y tanto amor, no estamos representando esa simple expresión cultural que algunos pretenden ver en nuestra expresión pública de fe y culto, sino que escenificamos la centralidad del Misterio Pascual del Señor, de la Pasión, Muerte y Resurrección, que ha redimido al género humano, que ha llegado a la Muerte en Cruz en la más inefable expresión de Amor sublime, al tiempo que nos decimos a nosotros mismos y al pueblo entero que es necesario seguir a Cristo en el camino de la vida, ayer y hoy, cuando el mundo nos conduce a mayores equivocaciones que nunca, para que Él nos transforme y sea siempre nuestra Luz en medio de las tinieblas.
Con esta primera intención, nazarenos, penitentes, monaguillos, servidores, acólitos, cortejo litúrgico y costaleros de las Penas, rezan en silencio, reconociendo las consecuencias de sus pecados y pidiendo perdón a Dios por ellos:
Jesús Nuestro de las Penas,escucha nuestros suspiros,que vamos a darte muertey ya estamosafligidos.Si eres Tú mi BienEterno,si eres Tú quien me ha escogidopara meditar tu Amor,¿cómohe sido tan mal hijopara pagar con despreciosese tu gran sacrificiode ofrecer hasta tu Vidapor verme al fin redimido?
Jesús Mío de las Penas,coge mis cinco sentidospara reponer con elloslos que has perdido en martirio, por recuperar las fuerzas tras tan tremendo castigo, déjame ser Cirineo por colaborar contigo aunque sé que está tu Muerte en el final del camino.
Toma, Jesús de las Penas, toma mis cinco sentidos. El tacto no sé, que acaso,como estás tan afligidopuede aumentar el dolorde tan horrendo castigo.Pero toma, sí, mi vista;que tus ojos vean los míosdesmayadospor el pesode un llanto mal contenido;olfato para que apreciesque se está quemando el cirioy que el aroma es de inciensoy naranjos florecidos;el gusto... nos lo quedamospor tomar tu Sangre en vinoy por recibir tu Cuerpoconvertido en Pan Bendito. Mas porque escuches los rezosde este pueblo estremecido,te lo suplico, Señor,toma Tú también mi oído.
Jesús Mío de las Penas,escucha nuestros gemidos,que vamos a darte muertey estamos arrepentidos.
Son oraciones calladas, nacidas del alma misma, rezos que son tan sentidos que no precisan palabras. Y siempre en ese silencio, sólo roto por el crepitar de la cera ardiente o el racheo de los pies de quienes les llevan sobre sus hombros, todos establecen un íntimo diálogo con Nuestro Señor o con su Divina Madre, porque saben que ambos conocen sus desconsuelos y tristezas al más mínimo detalle, mas se los cuentan de nuevo, como cada lunes del año, para decirles quién les hirió, quién lastimó su amor propio o les cubrió de desprecio, quién terminó su amistad alejándose de pronto, sabiendo que en Ellos han de encontrar siempre el mejor bálsamo para las heridas de su corazón y que después de eso terminarán por decir, como Ellos mismos lo hacen, que todo lo perdonan y lo olvidan y a cambio recibirán su consoladora y ansiada bendición.
Bajo el peso de la cruz forjada por nuestros pecados, nuestras faltas y soberbia, estás, Señor, caído en tierra, y pese a tu dolor nos abrazas a todos, nos perdonas y derramas en nuestras almas todo el inmenso Amor de tu mirada. Y al contemplarte, más que cargado de Cruz te veo abrazado a ella y que a través de ella nos abrazas a nosotros mismos. Y nos bendices mientras caminas hacia el Calvario aunque ese peso de nuestras faltas y culpas te ha hecho caer al suelo.
Déjame llegar a Ti, subirme a tu misma vera, que quiero ayudarte, Dios, a llevar esa madera, que Tú me das alegría, que no me inspiras tristeza, que en tu semblante afligido se crece mi fortaleza, que no hay dolor en tus manos. Son caricias lo que entregan. Que tu corona de espinas siempre espero que florezca. Que Tú siempre me das vida,porque siempre eres promesade que hay mañana mejorpor mucho que no parezca.Jesús Mío de las Penas,Cristo que del cielo baja por volverse cada año en nuestra gran esperanza. Déjame llegar a Ti,déjame enjugar tu caray abrazarme a esa maderaque va sobre Ti cargada.
Pero sobre todo, al ver tu rostro dolorido te rezan, Señor, desde lo más profundo de sus almas como tú mismo, mi Dios, nos enseñaras:
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;venga tu Reino; hágase tu voluntad, como en el cielo, tambiénen la tierra;danos hoy nuestro pan cotidiano;
y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores;y no nos pongas en tentación, sino líbranos del maligno.Amén.
Tras de Ti, Señor, callados penitentes que han abrazado su cruz para seguirte. Y después, otra vez los nazarenos, aunque ahora con cirios blancos como blanca es la pureza de nuestra Madre del Cielo, más Dolorosa que nadie.
Una espada traspasará tu alma, fue la profecía de Simeón para la Virgen cuando ésta acudió con San José para la Presentación del Niño Jesús en el templo. Se sintió el anciano Simeón dichoso por haber visto al Salvador pero con su afirmación fue el causante de un profundo dolor para la Virgen María, el primer dolor de cuantos había de recibir.
Porque no fue una sola espada, sino que fueron siete los dolores, tus Dolores, Madre y Señora Nuestra, los que como siete puñales se clavaron en tu pecho. Se clavaron entonces y siguen clavándose hoy, porque el segundo de ellos sería el de la Huida a Egipto para llevar a Jesús lejos de Herodes y de su odio, ese odio que le llevó a matar a tantos Santos Inocentes en una matanza que, por desgracia, se repite a diario en nuestros días con las muertes de esos benditos seres que mueren incluso antes siquiera de haber nacido, antes siquiera de haber llegado a ver la luz.
Una matanza que sólo en España adquirió tales proporciones durante el año 2012 (se registraron más de 112.000 abortos) que dejó helado y casi mudo a nuestro papa Francisco hace apenas un mes cuando conoció el dato durante la visita que los obispos españoles realizaron al Vaticano. Un Papa Francisco que no dudó en achacar esa situación al sistema económico implantado en el mundo, un sistema en el que dijo que es el Dios dinero quien está en el centro y no la persona. Y entonces todo lo demás se ordena con respecto a ese dinero y lo que no cabe en ese orden se descarta. Por eso se descartan los chicos que sobran, que molestan o simplemente que no conviene que lleguen a nacer.
Sintamos pues, como el propio Papa Francisco, horror al pensar en los niños y niñas que cada día se convierten en nuevas víctimas del aborto y pidamos con fe e insistencia a la Inmaculada Virgen María que todos aprendamos a amar y a venerar la vida humana desde el momento mismo de su concepción.
Como Madre, Señora, sufriste las mismas adversidades que cualquiera otra de nuestras madres, incluida la pérdida temporal de tu hijo Jesús durante tres días, que como a otra madre cualquiera te debieron parecer eternos y nosotros, Madre Nuestra, nos empeñamos en perdernos, no para cumplir los mandatos del Padre, como hiciera Él, sino precisamente por alejarnos de esos mandatos y del pequeño sacrificio que supongan cumplirlos, por mínimos que sean.
¡Qué Dolor, Señora, debió ser para ti encontrar a tu hijo cargado con la cruz, en esa calle que nunca mejor pudo llamarse de Amargura!, porque no puede existir amargura mayor que la de una Madre que ve caminar a su hijo hacia la muerte. Pero Tú fuiste fiel en todo momento, desde el mismo instante en que el Ángel te anunció que serías Madre del Altísimo hasta este otro tiempo de verle caminar hacia la muerte, cargado con esa cruz que no era suya sino que antes bien era la pena en que se resumían todos nuestros pecados, faltas y errores, todas nuestras debilidades, todas nuestras culpas, todos nuestros silencios ante las injusticias de entonces y de ahora, todas nuestras faltas de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Y aún tenías, Virgen Nuestra, Reina de los Mártires, que sufrir otro espantoso dolor, el insoportable martirio de ver la crueldad con que era tratado el más inocente de todos los nacidos, con qué saña era clavado de pies y manos en la cruz y levantado en ella hasta la muerte, sin saber sus verdugos que estaban dando al mundo la más sublime imagen de un verdadero Dios en el madero del más fabuloso amor clavado. Y Tú, Madre Mía, allí a los pies de esa misma cruz en la que moría y en la que aún, en su infinita Misericordia, te convertía en nuestra Madre, en la Madre de todo el género humano, instantes antes de exhalar su último aliento y de que el mundo todo se oscureciera, se llenara de las mismas sombras con las que el Dolor y la Pena más inmensa imaginable debió cubrir tu corazón.
Después, Madre mía, ver bajarlo de la Cruz, tener entre tus brazos su cuerpo ya sin vida, ese mismo cuerpo que treinta y tres años antes habías abrazado, recién nacido, en un portal de Belén bendecido por el cielo para siempre, pero viéndole ahora descendido hasta la oscuridad de la muerte y arrebatártelo por fin para ser conducido hasta el sepulcro. Y mientras lo llevan a Él la Soledad te rodea, y tus manos extendidas están queriendo alargarse para retener la vida de Jesús Crucificado que apenas ya si respira. Y tus manos extendidas son las manos de una Madre a la que se va la vida, a la que quiebra el dolor de ver cómo se termina la historia que comenzó cuando se sintió bendita al germinar en su vientre el Amor que ahora culmina. Y tus manos extendidas ya no tienen más sentido, porque ahora están vacías y antes tenían a ese Hijo para el que alegre vivías, que llevaste nueve meses muy protegido en tu seno hasta traerlo a la vida y ahora te dicen que ha muerto. Por eso vas implorando mientras lloras, en silencio, y tus manos extendidas son dolor de madre inmenso.
Te volverás Soledad, más que nunca, al pie de la Cruz tras haber llevado a tu Hijo hasta el Sepulcro y dejarle allí sólo. Un nuevo dolor, el séptimo, antes de volver entre los hombres, entre los mismos que hemos dado muerte a Jesús, al que hemos hecho morir por nuestros pecados y aun así Tú nos perdonas y nos amas. Perdónanos, Madre mía, y ten misericordia de nosotros.
Así te vemos llegar, Mi Virgen de los Dolores, con tu pecho traspasado y tus ojos hacia el cielo, mirando aún a ese árbol de amor donde estuviera clavado o tal vez al infinito pidiendo perdón para nuestros pecados.
Dios te Salve, Reina y Madre, Virgen Mía de los Dolores, llena de Misericordia, Vida, Dulzura y Esperanza nuestra, que iluminas con tu Luz de Sevilla las tinieblas, que le das vida a su gente, que acabas con su tristeza y le otorgas la esperanza de alcanzar la vida eterna. Dios te Salve. A Ti llamamos los hijos de Eva, por Ti suspiramos entre gemidos y llantos en este valle con lágrimas que quieren borrar las tuyas, las que tus ojos derraman, que quieren con dolor propio borrar el que hay en tu cara. Ea pues, Señora, Abogada nuestra. Si tu Dolor no queremos sácanos de la tristeza, si tus Lágrimas borramos borra Tú también aquellas que nuestros ojos derraman por lo agreste de la senda. Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, que hoy está Postrado en tierra, pero está aguardando, Vivo, que lleguemos hasta el cielo. Él es el fruto bendito de tu vientre. Y como Madre, recuerda, que somos también tus hijos, y pecadores ayer venimos arrepentidos para implorar a tus pies tener el Perdón Divino. ¡Oh Clementísima!, ¡oh Piadosa!, ¡oh Siempre Dulce Virgen María!, Señora Nuestra, ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo, Jesús Mío de las Penas, mi buen Jesús Nazareno, Padre Nuestro Redentor, que nos ha de perdonar porque amamos a su Madre, Mi Virgen de los Dolores a la que Sevilla entrega todo lo que puede dar, en sus gozos y pesares, en salud o enfermedad, en la muerte y en la vida que el cielo quiera mandar.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Reseña de la presentación de la Medalla de la Ciudad de la Banda del Maestro Tejera a Maria Stma. de los Dolores
El pasado lunes 9 de junio, y a la finalización de la santa misa de hermandad, NHD. Jose Manuel Tristán, como Director de la Banda de Musica del Maestro Tejera, acompañado de su hija, presentó a María Stma. de los Dolores la Medalla de la Ciudad de Sevilla que recibió de manos de su Alcalde, Don Juan Ignacio Zoido, el pasado 30 de mayo día de San Fernando.
En este acto la Banda del Maestro Tejera mostró su agradecimiento a la Hermandad por su iniciativa al solicitar la Medalla, y a todos los que han contribuido a la consecución de la misma, y por encima de todo la gratitud por la protección de María Stma. de los Dolores
La Banda del Maestro Tejera recibe la Medalla de la Ciudad de Sevilla
Todo un honor, y un orgullo ha sido para la representación de la Hermandad de Las Penas, poder acompañar hoy, día de San Fernando, a nuestro entrañable Jose Manuel Tristán como Director de la Banda de Musica del Maestro Tejera en la entrega de la Medalla de la Ciudad de Sevilla de manos de su Alcalde, Don Juan Ignacio Zoido.
Ya en los momentos previos a la entrada al teatro Lope de Vega donde se desarrolló el acto, el propio Alcalde estuvo departiendo animadamente con los Oficiales de Junta que asistieron a la entrega, comentándoles con gran cercanía que, pese a la dificultad de la concesión del galardón, era unánime el sentir de nuestro Ayuntamiento en el merecimiento del otorgamiento, agradeciéndonos y premiandonos por tan desisnteresada solicitud y por el trabajo de la Hermandad en pos de su consecución.
El Hermano Mayor agradeció personalmente la atención de la petición tanto al Sr. Alcalde Don Juan Ignacio Zoido, como al Delegado de Fiestas Mayores, Don Gregorio Serrano.
Durante el desarrollo del acto, fue emocianente comprobar cómo el público asistente, que representaba a toda Sevilla, se entregaba con una cerrada ovación en el momento de la entrega de la Medalla de la Ciudad a un emocionadísimo Jose Manuel Trstán en nombre de la Banda de Musica del Maestro Tejera, a los compases del pasodoble "Maestranza".
Innumerables han sido las muestras de cariño y felicitaciones por parte de Hermanos Mayores, Presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, y otras personalidades asistentes al acto, que se han mostrado a la vez agradecidos por la iniciativa que no ha hecho sino valorar en su justa medida, el significado de lo que supone para Sevilla la Banda del Maestro Tejera.
Personalmente, a la finalización del acto, y en compañía de su hija, miembro activo también de la Banda, se dirigió expresamente a los representantes de la Hermandad que allí nos encontrábamos, para muy emocionado y agradecido, hacernos ofrecimiento de tan alta distinción recibida en el dia de hoy, haciendonos simbólicamente coparticipes de la Medalla de la Ciudad
El pasado lunes 26 la Junta de Gobierno de la Hermandad acudió al besamanos extraordinario de la Esperanza Macarena en la parroquia del Sagrario, con motivo del 50 aniversario de la Coronación canónica de la Virgen. A la finalización de la santa misa de Hermandad en la capilla de la parroquia de San Vicente Mártir la Junta de Gobierno se desplazó acompañada de los hermanos que así lo desearon, así como con el párroco NH.Rvdo.D. Marcelino Manzano, quien rezó una oración a los pies de la Virgen antes de iniciar el besamanos, el cual tuvo lugar a las 12:00 horas de la noche, justo al cierre al público del besamanos.
El motivo de la asistencia al besamanos fue el de rememorar lo que nuestros hermanos de la Junta de Gobierno de hace 50 años hicieron como acto previo a la Coronación. Según se recoge en el libro "La Hermandad de las Penas" de NHD. Juan Carrero Rodríguez:
“Estando la Virgen Macarena en besamanos por este acontecimiento, el 6 de Junio, una nutrida representación de la cofradía acudió al templo macareno , portándose cirios y el estandarte, en número de veinte hermanos, y el hermano mayor y teniente hermano mayor con velas de dos libras, las cuales al terminar el acto se ofrendaron a la Virgen, como así una canastilla de flores. La comitiva entró en la iglesia a los acordes del himno del Congreso Mariano, que cantó el coro del tenor, señor Chesan, costeado por nuestra hermandad, entonándose al final salve solemne. El hermano mayor de la Macarena, señor Zubiría, felicitó a la corporación por la forma con que se había acudido a este acto, siendo la única que lo hizo así, asimismo posteriormente enviaron un oficio trasladando dicho agradecimiento con el siguiente contenido: En nombre de la hermandad de la Macarena y en el mío propio, agradezco de todo corazón a esa hermandad de su digna presidencia por la emotiva ofrenda de cera y flores que hicieron a la celestial Reina Macarena, con motivo del solemne besamanos que siguió y dio fin a los cultos de su Coronación Canónica, Nuestro Padre Jesús de las Penas y Nuestra Señora de los Dolores, paguen con creces a sus ejemplares hijos que forman la cofradía. El hermano mayor, Ricardo Zubiría Rubio".
El emotivo acto al que acudieron cerca de 30 hermanos fue entrañable para ambas hermandades, agradeciendo muy especialmente desde estas líneas la deferencia tenida por parte de la Hermandad de la Macarena y muy especialmente el cariño y la acogida de su Junta de Gobierno encabezada por su hermano mayor NHD. Manuel García.
Reseña misa de Jubileo de las Hermandades del Lunes Santo en la basílca de la Macarena
El pasado martes 20 de mayo las hermandades del Lunes Santo celebraron santa misa en la basílica de la Macarena para ganar el Jubileo con motivo del 50 aniversario de la coronarción de Nuestra Señora de la Esperanza. Nuestra Hermandad estuvo representada en este acto y recibió el diploma conmemorativo. A la finalización todos los hermanos mayores, acompañados por le Delegado del Lunes Santo se realizaron una fotografía delante del paso como recuerdo de esta efeméride.
El pasado domingo 18 de mayo recibimos la visita de los hermanos de la Hermandad del Stmo. Cristo de las Penas de Córdoba. En una cordial jornada pudimos rezar juntos ante las imágenes de Ntro. Padre Jesús de las Penas y María Stma. de los Dolores, y posteriormente visitar la casa hermandad para mostrar los enseres y mantener una pequeña convivencia. Agradecemos desde estas líneas el cariño recibido de los hermanos de Córdoba para quienes las puertas de nuestra Hermandad permanecerán abiertas siempre que lo deseen.
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Misa Hermandades Lunes Santo con motivo del Año Jubilar de la Macarena
Informamos que las Hermandades del Lunes Santo celebrarán misa en la Basílica de la Hermandad de la Macarena el próximo 20 de mayo a las 21:00 horas, en la que se realizará el Acto de recepción y lectura de las necesidades para la obtención de las Indulgencias Plenarias con motivo del Año Jubilar (1 junio de 2013 - 1 junio 2014) por el 50 Aniversario de la Coronación canónica de la Esperanza Macarena.
Invitamos a todos nuestros hermanos a la asistencia conjunta con el resto de hermandades del Lunes Santo.
Como parte de la Iglesia que somos y con la intención de incrementar los lazos con la Parroquia, continuamos con la asistencia a la celebración comunitaria de la santa misa dominical el próximo domingo 18, a las 12:00 de la mañana, en la Parroquia de San Vicente.
Invitamos a la asistencia de hermanos, con familiares y amigos, a compartir la celebración con la comunidad parroquial a la que pertenecemos.
Informamos a nuestros hermanos que durante este mes de mayo, el mes de la Virgen María, las misas de los lunes se mantienen en nuestro horario habitual de las 20:00 horas.
Aprovechamos para felicitar desde aquí a todas nuestras madres, y para desear que el júbilo y la alegría que nos llena por la Resurrección del Señor se transmita en alegría hacia los demás. Que las fiestas de la Feria que se aproximan sean momento para expresar esa alegría teniendo como siempre presentes a los hermanos y a todos aquellos que están faltos de esa alegría.
Y para estos que estos días tengamos presente al Señor de las Penas adjuntamos el siguiente enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=mXzg1QjCOU8&feature=youtube_gdata_player
Que el Señor de las Penas y su Bendita Madre de los Dolores nos bendigan siempre.